jueves, 5 de marzo de 2009


Yo desperté con sobredosis de realidad. Parecía que me la hubieran inyectado en mis venas. Creo que nunca más tube los pies tan clavados en el suelo como aquella vez. Me miraba en el espejo y tenia los ojos como platos, en mis manos resbalaba sudor y mi cuerpo temblaba. ¡Qué debil! -pensaba-. Todas las atormentadas mañanas me demostraban mi diminuta existencia en el mundo y la falsedad que había tras cada época de mí vida. Veía mi siluta oscura, opoca. Aunque poco a poco se volvió (casi)traslúcida y un poco más y se difumina... igual que el humo al desvanecerse en el aire. Y de repente... ¡todo cambió!

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