
Tengo mi mochila repleta de trocitos de nosotros. De aquellos intensos momentos que me hacen pensar lo sola que me veo sin ti y tus miradas, sin ti y tus besos, sin ti y tus te quiero’s. Es asombroso como guardo cuidadosamente estos recuerdos en mí. Te repetí unas mil veces que no escaparas de mi lado, que no dejaras mi corazón sin que palpitara y en un interminable invierno... pero tú no hiciste caso. Marchaste... aún recuerdo cómo te alejabas con tus queridos vaqueros y tu camisa a rallas. Y ahí me quedé, sola, intentando que no cayeran las malditas lágrimas que escondían mis ojos. Y mientras te alejabas, te miraba sin quitarte los ojos de encima, observando, ya borrosa, tu silueta que iba alejándose poco a poco... muy poquito a poco de mí.