"Me costaba creer que pudiera ser así. Hasta ahora, todo transcurría de una forma monótona y aburrida. Dejabas que pasaran las horas sin sacarle ningún provecho, todo te daba más bien igual. Te levantas día a día, te mirabas al espejo... y otro día más –pensabas-. Te fijabas en la multitud de gente que te rodeaba. Algunos corrían arriba y abajo intentando robarle la mirada a algún que otro chico, otros sentían tal miedo que no conseguían ver los colores de la vida y caían rendidos. Quizá me sentía como el de este sector -pensé-. Sentía la lejanía de todos aquellos kilómetros entre esos sentimientos y yo. Era como si me hubieran encerrado para no poder ver más allá que a simple vista. Como si estuviera encerrada intentando conquistar el mundo pero sin éxito o como si todas las demás personas se situaban en el núcleo y a mi me hubieran echado a patadas hasta que me arrastraron para quedarme al margen. Ya me había acostumbrado a quedarme en aquella frontera del mundo, en aquél borde, mirando delicadamente aquél mundo tan lejos de mí. Me acostumbré a tener el corazón apagado, sin luz, y sin que las palpitaciones aceleraran... hasta que apareció él."
No hay comentarios:
Publicar un comentario