lunes, 11 de mayo de 2009
esta eres tú
Eres miel. Eres sabiduría. Eres felicidad. Eres todo lo que viviste y algún día vivirás. Estás formada por cada recuerdo nuestro, por cada llamada. Por cada mensaje que recibiste y lloraste al instante después de leerlo. Eres fugaz. Estás; ya no estás. Igual que un intermitente. Igual que un vaivén instantáneo o como las gotas que caen repetitivamente en la bañera y hacen vibrar el agua. Estás sonriendo. Me gustaría que pensaras en mí, en nosotros. Tus labios me informan de tu felicidad. Estás sola, pero aún así eres feliz, se te nota en la cara. Yo te sigo observando desde este diminuto agujero. Adoro verte. ¡Eres tan curiosa! ¡Tan guapa, maravillosa! De repente te paras a mirarte en el espejo. Lo tocas. Te llevas la mano en las mejillas y cierras un poquito los ojos, como si vieras algo extraño en ti. Ojalá supiera el qué, ojalá supiera el cómo y el por qué de la maldita lágrima que veo como cae acariciando tu rostro.
miércoles, 6 de mayo de 2009

La oscuridad me ciega los ojos. Los minutos me matan la vida. Las mentiras me golpean repetitivamente el alma. Qué sensible soy. Mis párpados, ya rojos, me queman. Estoy sola y aún así desearía ser invisible. Cada lágrima es un grito en silencio. Quiero huir antes de enfrentarme a mis retos. Soy demasiado poco fuerte. Me cuesta coger oxígeno; me cansa respirar. Me intento coger fuerte pero no tengo dónde ni el qué. Tengo la cabeza gacha, mirándome las puntas de mis pies ya helados. Pido un poco de tu calor, sólo un poco. Mis pómulos arden y están completamente inundados. Mi vista se nubla. Lo veo todo tan frágil que me gustaría romperme. Hoy he llegado con los nudillos cansados, con esperanzas de encontrarte. Pero sólo has dejado el rastro de tus colillas reposando en el cenicero... tal vez aún quede el saber de alguno de tus besos...
martes, 5 de mayo de 2009
Mi último escrito.
"Por enésima vez me decido a coger el bolígrafo para escribirte. Las cosas han cambiado mucho desde que te deslizaste fuera de nuestras vidas y nuestro entorno. A mamá Rosalie le cuesta mucho trabajo sacar la familia adelante aunque ahora Rubén ejerce de mecánico dos calles más arriba. Nos hemos trasladado casi en la otra punta de nuestro pueblo y la anterior casa la vendimos ya que los recuerdos nos envenenaban lentamente y no conseguíamos escapar del dolor. Andrea aún no entiende muy bien cómo es que ya no estás. Le hemos contado varias veces cuál fue el problema pero nunca es capaz de asimilarlo del todo y decidimos contárselo cuando cumpla un par de años más. Tu hermana acostumbra a visitarnos diariamente y ayuda a mamá a hacer las tareas domésticas. Sigue fumando sin control, pero nos rendimos de insistirle que no lo hiciera, ya sabes cómo es. Yo abundantemente recuerdo para mí mismo todos nuestros momentos más felices. Sin duda faltas tú, en esta casa, en cada conversación... He dejado a parte el fútbol y hecho en falta cuando nos íbamos juntos al bar a echarnos algunas partidas al futbolín o tal vez al billar. Algunas veces, cuando estoy sólo en casa, voy en busca de tu armario a recordar el olor a ti que se quedó impregnada en tu ropa. Cuando estoy rodeado me cuesta fingir que estoy bien. Siento una nostalgia horrible cada vez que menciono todos mis sentimientos aunque sea en un simple papel como este. Los ojos se me humedecen con extrema facilidad y el corazón se dispara de vez en cuando como si quisiera salirse del pecho, no lo puedo controlar. Sé que nadie más podrá ocupar este vacío que tú me dejaste. Y espero que cuando lo leas entiendas cada uno de los sentimientos que contienen estas letras. Que sepas que cuando te fuiste fue el dolor más amargo que he vivido jamás.
Dentro de poco cumplirá un año desde que te fuiste, desde que no te escucho, desde que sólo puedo verte y tenerte en mi imaginación y que vivo sin ti. Sucedió todo con tal rapidez que no tuve tiempo de despedirme de ti, por eso te escribo esta carta. Para decirte que te quiero, papá. Que los días son duros y largos y las noches aún más. Recuerdo cuando te hallabas en tu cama, enfermo; y yo me sentaba a tu lado y te contaba qué tal me había ido el día en la escuela, fingiendo mi profundo dolor. Contemplaba tus ojos azulísimos tan iguales a los míos, tus párpados, tus labios, tu rostro. Siempre te admiré porque pasara lo que pasara siempre seguías con una sonrisa, con cientos de planes que juntos debíamos realizar y miles de ganas de aterrar a la vida con cierta fortaleza. Y al terminar de hablar, salía de aquella habitación y mecánicamente partía a llorar sin descaro, gritando en silencio. Sin entender por qué tenías que ser precisamente tú el que estaba en aquella maldita cama, ni comprender la rabia y la furia que sentía en mi interior. Nunca entendí lo que era echar de menos hasta el día que te fuiste. Te advierto que nunca me acostumbraré a estar sin ti. Cada noche cuando cierro los ojos, mi imaginación viaja y sueña con no despertar más y así, tal vez, pueda llegar a tu mundo y volver a abrazarte y a decirte lo poco que me convierto cuando tú no estás. Y te prometo que en ese preciso instante entre tus brazos, será el día más feliz de mi muerte.”
Dentro de poco cumplirá un año desde que te fuiste, desde que no te escucho, desde que sólo puedo verte y tenerte en mi imaginación y que vivo sin ti. Sucedió todo con tal rapidez que no tuve tiempo de despedirme de ti, por eso te escribo esta carta. Para decirte que te quiero, papá. Que los días son duros y largos y las noches aún más. Recuerdo cuando te hallabas en tu cama, enfermo; y yo me sentaba a tu lado y te contaba qué tal me había ido el día en la escuela, fingiendo mi profundo dolor. Contemplaba tus ojos azulísimos tan iguales a los míos, tus párpados, tus labios, tu rostro. Siempre te admiré porque pasara lo que pasara siempre seguías con una sonrisa, con cientos de planes que juntos debíamos realizar y miles de ganas de aterrar a la vida con cierta fortaleza. Y al terminar de hablar, salía de aquella habitación y mecánicamente partía a llorar sin descaro, gritando en silencio. Sin entender por qué tenías que ser precisamente tú el que estaba en aquella maldita cama, ni comprender la rabia y la furia que sentía en mi interior. Nunca entendí lo que era echar de menos hasta el día que te fuiste. Te advierto que nunca me acostumbraré a estar sin ti. Cada noche cuando cierro los ojos, mi imaginación viaja y sueña con no despertar más y así, tal vez, pueda llegar a tu mundo y volver a abrazarte y a decirte lo poco que me convierto cuando tú no estás. Y te prometo que en ese preciso instante entre tus brazos, será el día más feliz de mi muerte.”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)