
La oscuridad me ciega los ojos. Los minutos me matan la vida. Las mentiras me golpean repetitivamente el alma. Qué sensible soy. Mis párpados, ya rojos, me queman. Estoy sola y aún así desearía ser invisible. Cada lágrima es un grito en silencio. Quiero huir antes de enfrentarme a mis retos. Soy demasiado poco fuerte. Me cuesta coger oxígeno; me cansa respirar. Me intento coger fuerte pero no tengo dónde ni el qué. Tengo la cabeza gacha, mirándome las puntas de mis pies ya helados. Pido un poco de tu calor, sólo un poco. Mis pómulos arden y están completamente inundados. Mi vista se nubla. Lo veo todo tan frágil que me gustaría romperme. Hoy he llegado con los nudillos cansados, con esperanzas de encontrarte. Pero sólo has dejado el rastro de tus colillas reposando en el cenicero... tal vez aún quede el saber de alguno de tus besos...
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