martes, 24 de marzo de 2009

L o v e

Verás, quizá nunca te habías dado cuenta del temblor de mi cuerpo al aproximarte hacia mí, ni al tartamudeo de mis palabras al escuchar tu voz. Y es que cuando te tengo a pocos pasos me moldeas de tal manera que en lo único que soy capaz de pensar es en ti y entonces todo nuestro entorno desaparece y sólo nos quedamos tú y yo, cara a cara. Y te miro a los ojos sonrojándome y tú sigues hablando sin más, y sin darte cuenta que todo tú me has dejado completamente perpleja y sin voz para responderte ni contarte con lo mucho que me convierto cuando me sonríes con aquella sonrisa tan pícara que es capaz de elevarme hasta al cielo y aterrar en el suelo al mismo tiempo.

B l o o d


Es una sensación horrible. La hemorragia no se detiene, la sangre no deja de bañar mi rostro de color granate a cada instante. Estoy inmóvil. Ya no pienso y parece que el sentido del tacto también haya desaparecido entre la oscuridad. El silencio me invade. Sola, cada vez sintiéndote más bacía en mi interior. Siento que estoy temblando, la temperatura de todo mi cuerpo baja lentamente. Los latidos de mi corazón cada vez son más lentos. Mis oídos han quedado sordos, no escuchan o tal vez no quieren escuchar. Mis piernas no responden, no me muevo. No respiro. No siento. No noto. No lloro. Estoy llegando a la felicidad eterna... mi corazón ya no late.

lunes, 23 de marzo de 2009

diminuta existencia

Me movería si mis piernas tuvieran el valor de hacerlo. Me callaría si mi boca fuera capaz de contener todas las palabras que circulan por mi cerebro. También me alejaría de las pequeñas almas (poco sinceras) que vagabundean por aquí y... por qué no, también olvidaría, rompería y tiraría mi despellejo corazón y su dulce tic-tac a volar por los aires empapados y contaminados de mentiras tan grandes como puños. Qué hipocresía... produce dolor en mi interior. Y qué grandes se ven cuando se miran al espejo, y qué diminutos los ves en tus ojos. Ahora te pierdes buscando las respuestas de tus propias preguntas, e intentas no caerte pero te caes y de nuevo usas los pocos refuerzos para aunque sea, mantenerte en pié.
Te caíste hondo y muy lejos, con esperanzas casi nulas de volver a verte tan radiante como antes; y ahora tus defensas caducaron eternamente y con punto y final. Ahora te has convertido en la diminuta silueta. Ahora eres tú la figura opaca clavada en el suelo vagabundeando por tu único, curioso y peculiar territorio: tu mente.
Y qué será de ti –le preguntas a tus adentros- qué harás ahora, ¿dónde irás? No te habías sentido nunca tan sola como ahora que tu mundo se colorea solamente de color negro y varios tonos grisáceos. Y en estos instantes es cuando la vida se te enfrenta de cara y tú aún no has tenido suficiente tiempo ni valor para asimilarlo por completo. Y luchas con tu máxima voluntad hasta que ya no te vales ni para ti misma. Reconoces que tu vida es una lucha continua en la que te puedes afrontar con miles de cosas a cada callejón de tu mundo. Te sientes como si te hubieran encerrado para impedirte ver más allá que a simple vista, como si estuvieras encerrada intentando conquistar el mundo pero sin éxito o como si todas las demás personas se situasen en el núcleo y a ti me hubieran echado a patadas hasta dejarte al margen. Ya te habías acostumbrado a quedarte en aquella frontera del mundo, en aquél borde, mirando delicadamente aquél mundo tan lejos de ti. Te acostumbraste a tener el corazón apagado, sin luz, y sin que las palpitaciones aceleraran... hasta que apareció él.

domingo, 15 de marzo de 2009

més que paraules


Aún recuerdo el sabor de ese último beso. Tu brazo me rodeaba por la cintura y tu pulgar de la otra mano acariciaba cuidadosamente el pómulo de mi rostro. Me estremecí al notar tu mano helada sobre mi blanca piel. Te miré a los ojos, fijamente, y te agarré de las manos... quizá por miedo a que marcharas. Recuerdo que te inclinaste lentamente hacia mí hasta que noté tu respiración paralela a la mía, entonces, noté como mi corazón se encabritaba y palpitaba a una velocidad increíble. Estaba realmente segura que no podía moverme, ninguna de las partes de mi cuerpo reaccionaba y mis pies estaban clavados al suelo; su mirada me había dejado totalmente inamovible. Sus brazos se agitaron con fuerza juntando nuestros cuerpos, impidiendo que la distancia nos separara. En ese momento, unió nuestros labios cuidadosamente dejando que su olor me sofocara y que el calor de su cuerpo me protegiera del frío de aquél ronco invierno.

sábado, 14 de marzo de 2009

you

"Ésta eres tú. Con los ojos cerrados bajo la lluvia. Arrodillada. Inmóvil. Pelándote de frío. Seguramente nunca imaginaste que llegarías a comportarte como tal. Me refiero a aquellas personas que pasan horas y horas contemplando el mar o aquellas que disfrutan mirando la luna o los atardeceres... supongo que ya sabes a qué clase de personas me refiero... o a lo mejor no. Pero resulta que te gusta estar así... dejando que las gotas de lluvia caigan libremente por encima de ti, escuchando el sonido del agua contra las hojas de los árboles. Y ya no dices nada. Estás empapada, sigues sin moverte... iluminada tan solo por la leve claridad del crepúsculo. Ésta eres tú, quién iba a pensarlo."

jueves, 5 de marzo de 2009


Yo desperté con sobredosis de realidad. Parecía que me la hubieran inyectado en mis venas. Creo que nunca más tube los pies tan clavados en el suelo como aquella vez. Me miraba en el espejo y tenia los ojos como platos, en mis manos resbalaba sudor y mi cuerpo temblaba. ¡Qué debil! -pensaba-. Todas las atormentadas mañanas me demostraban mi diminuta existencia en el mundo y la falsedad que había tras cada época de mí vida. Veía mi siluta oscura, opoca. Aunque poco a poco se volvió (casi)traslúcida y un poco más y se difumina... igual que el humo al desvanecerse en el aire. Y de repente... ¡todo cambió!